miércoles, 22 de abril de 2009

como SOBREVIVI un aTaQuE de un PAR de DESCAMISADOS

Hay algunas casualidades de la vida que me llaman la atención. Tuve hace poco la visita de un amigo argentino que vive en Ecuador. Me parecía divertido que un ecuatoriano le saque a pasear por Buenos Aires. Mi amigo vivió mucha parte de su vida en Tucumán, por lo que le llamaba la atención conocer muchas partes de la ciudad de Buenos Aires. Un día me comentó que fuéramos en busca de un postre típico de su infancia, las “Bolas de Fraile”. No sabía bien a que se refería, pero la emoción que puso en el rostro despertó mi curiosidad. Me pareció un chévere plan salir a buscar tan exquisito manjar para mi amigo pero no tenía en mente todas las pruebas que teníamos que superar. Pensé, son solo unas “Bolas de Fraile”, no debe ser tan difícil conseguirlas.

Salimos a la calle y averiguamos con gente que pasaba por ahí un lugar cercano donde pudiéramos comprarlas. Nos comentaron que como era pleno verano, iba a ser muy difícil encontrarlas. Sin embargo no nos desalentamos y continuamos preguntando. Un samaritano que atendía un kiosco de diarios nos informó que de pronto podíamos conseguirlas en una panadería de barrio por el Parque Centenario. Yo no había escuchado los mejores comentarios de este famoso parque. Mi amigo tucumano me comentó que no conocía este parque y que iba a ser una aventura muy divertida para ese día. Así que revisamos las calles y nos lanzamos en busca de las famosas “Bolas de Fraile”.

El Parque Centenario es muy grande y dimos una vuelta por los lugares más atractivos. Nos contaron que en los fines de semana se lleva acabo una feria de intercambios voluntarios de diversos productos. Que era muy común conseguir libros viejos o cualquier cosa que necesites. El conversar con la gente del parque nos permitió darnos cuenta del respeto que la gente del medio tiene por las cosas truchas. Pudimos percibir con facilidad que el intercambio voluntario de todo tipo de artículos piratas en el parque era una práctica muy común que daba la fama de aquel lugar.

Dimos una vuelta caminando por todo el parque y nos sentamos a disfrutar de un tabaquito al frente del lago. Se nos acercaba todo tipo de personajes extravagantes para contarnos alguna anécdota del parque y así conseguir un par de monedas. Con todo aquel que conversábamos, le transmitíamos que éramos locales de la zona y que solo habíamos salido a caminar un rato. Nos dimos cuenta que era importante tener una apariencia amigable en el parque y demostrar que conocíamos a la perfección como se desarrollaba la movida.

Una de las personas a las que preguntamos sobre una panadería cercana, nos recomendó ir frente al Parque Los Andes para degustar de las mejores “Bolas de Fraile” y churros de dulce de leche de la ciudad. Nos aconsejó que no perdiéramos más el tiempo y que partiéramos hacia allá. Pudimos notar claramente que esta persona era adicta a una buena dosis diaria de glucosa.

Cuando identificamos la salida más cercana hacía nuestro destino, vimos que se aproximaban ciertos inquilinos del parque que no mostraban la mejor sonrisa hospitalaria. Nos regresamos a mirar con mi amigo Tucumano y teníamos en mente que debíamos salir del parque lo antes posible sin hacernos notar. Había una pareja que caminaba unos metros delante de nosotros. Se les acercó un primer descamisado y les empezó a seguir. Con mi amigo vimos que era el momento preciso para acelerar el paso. De repente salió otro descamisado de la nada a saludar a la pareja. Escuchamos un par de insultos y llamados de provocación. Como empezamos a caminar más de prisa, pensamos que los descamisados iban a centrar sus saludos de despedida en la desafortunada pareja.

Escuchamos un grito fuerte del otro lado de los arbustos. -No seas boludo– le gritaba el líder de su grupo. -Mira a los pibes del otro lado pelotudo– le insistía haciéndose notar. Creo que el mensaje fue lo suficientemente amable para que mi amigo Tucumano y yo nos echáramos a correr. Por arte de magia un grupo de vozarrones fuertes se convirtió en un grupo de ocho descamisados más que venían por nosotros. -Eran gigantes esos manes– pensaba entre mi. -Si no nos ponemos pilas y corremos, nos fregamos– era lo único que pasaba por mi mente. No podíamos comprender de donde aparecieron el resto de descamisados. Cuando los vimos de lejos se veían como un grupo de albañiles que estaban aprovechando su hora de siesta en el parque. Pero cuando regresamos a ver que se acercaban detras de nosotros, nos dimos cuenta que fuimos víctimas de una cruel emboscada.

Afortunadamente supimos reaccionar a tiempo y alcanzamos a correr para salir del parque. No se si la panza de cerveza de los descamisados o si la pareja que tenían más cerca les hizo desistir de la persecución que habían iniciado. Con mi amigo tucumano estábamos bastante agitados por el susto y convencidos que lo mejor que nos podía pasar para calmar los ánimos era encontrar las benditas “Bolas de Fraile”. Nunca imaginamos que iban intentar afanarnos ese día en el parque. La odisea por unas “Bola de Fraile” se convirtió en una verdadera experiencia de supervivencia.

Finalmente logramos dar con la panadería que nos habían indicado y cuando nos dijeron que si tenían a la venta tan apreciado manjar, nuestra sonrisa en el rostro delató la felicidad que sentíamos en ese momento. Dos “Bolas de Fraile” y dos churros de dulce de leche nos acompañaron a charlar sobre todo el episodio vivido en el parque. La verdad fue muy heavy pasar por todo lo que vivimos aquel día, pero fue lo máximo sentarnos en la puerta de alado del vecino a disfrutar nuestro trofeo.

No he vuelto a degustar de tan rico manjar desde el episodio del parque. Creo que la próxima vez que coma una “Bola de Fraile” me voy acordar todo lo que uno debe hacer para protagonizar una persecución a plena luz del día. Es importante conocer bien la zona y el lugar donde uno se dirige de paseo. Pero me parece más eficiente hacerse pana de la gente cercana al lugar, para que te cuenten todo lo que puedes encontrar y te adviertan de la calidad del servicio que los anfitriones te pueden ofrecer. Ahora se definitivamente que un grupo de descamisados que están hueviando en el parque no solo buscan descansar un rato y buscar un nuevo amigo a quien saludar.

lunes, 13 de abril de 2009

como DEBUTE de eLeCtRiCiStA


Recuerdo una vez que un amigo llegó tarde al trabajo. Tenía los rizos de su cabellera totalmente erizados. Nos contó que se había electrocutado con la ducha eléctrica de su casa. Entre mi, pensé que algo así nunca me iba a ocurrir, que iba a ser lo suficiente cuidadoso para no electrocutarme o tener algún accidente con la luz eléctrica. Pero parece que el otro sábado por la tarde no era un buen día para realizar mi debut como electricista.

Estábamos con mi vecina visitando a una amiga de Misiones. Ella nos ofreció un rico Tereré helado. El Tereré es una bebida muy refrescante y es lo mejor para una tarde calurosa y una charla entre amigos. Mi amiga tiene una gata a la que cuida como hija propia. Siempre he pensando que los gatos son unas mascotas muy mimadas. Los dueños los consienten con todo lo que quieren. Pero los gatos se escapan por las ventanas y van a dar vueltas a ni se donde y regresan cuando uno menos se lo espera.

Mi vecinita me advirtió que la gata podía volver en cualquier momento y que no me asuste cuando entre de golpe por la ventana. No se si faltaba prestar más atención a tan valiosa información o pensé, que si me advertían que un gato iba a entrar por la ventana, no me iba a asustar. Estábamos conversando cagados de la risa, cuando de pronto entró el desgraciado felino y me hizo saltar del susto. Yo estaba muy atento a la ventana de enfrente, por donde había salido el gato, pero la gata descarada decidió entrar por la ventana que estaba detrás de mi cabeza. Un par de risas y carcajadas desataron mis nervios aquella tarde de sábado.

Mi amiga de misiones tenía una bombilla de luz portátil para alumbrar el baño. Nos contó que la bombilla del baño se había quemado y que no se aventuraba a cambiarla. Yo he repuesto muchas bombillas de luz en mi vida. Gracias a que soy alto, pensé que no era para mi, mayor dificultad hacerle el favor a mi amiga. Así que me ofrecí ayudar amablemente para dar fin a la penumbra del baño. Nunca pensé que en el día que iba a debutar como electricista reconocido, mi suerte iba a cambiar.

Antes de cambiar la bombilla de luz, tomé todas las medidas de precaución necesarias. Me fijé que el interruptor esté en apagado, que no haya agua cerca de la conexión eléctrica y que no se encuentre el condenado gato cerca. Al retirar la bombilla vieja de luz, me fijé también que el alambrito no este quemado, para saber de esta forma que la boquilla de luz está en las mejores condiciones. Sentí que todo el mundo me miraba y confiaba en mí para desempeñar tan importante tarea en la casa de Misiones. Pero cuando acerque la nueva bombilla a la boquilla de luz, ocurrió algo que nunca pensé que me iba a suceder.

La boquilla de luz hizo cortocircuito y produjo un fuerte estrendor en toda la casa. La bombilla nueva explotó en el acto y para variar el condenado gato saltó y chilló como si lo estuvieran matando. Creo que el nivel de tensión y los nervios se dispararon al máximo en mí en ese momento. Mi primera reacción al escuchar la explosión de la bombilla fue taparme el rostro con mis manos. Lo único que me faltaba esa tarde, era llenarme la cara de vidrios por una bombilla de vidrio que estaba sosteniendo. Ahora creo que entiendo el famoso dicho, ningún comedido sale con la bendición de Dios.

En plena obscuridad unas voces conocidas me preguntaron si me había pasado algo. Yo continué tapándome el rostro hasta sentir alivio por la voz de mi vecina. Afortunadamente mi cara seguía intacta y nadie se había cortado con los vidrios rotos. Creo, que esos signos, dieron luz de inicio a la maratón de carcajadas que empezaron en aquel lugar. Luego de un par de risas y comentarios acerca del incidente, nos entró la preocupación de que por un accidente, se había quedado el departamento de mi amiga totalmente a obscuras. El gato obviamente salió corriendo del lugar del siniestro.

Fuimos a revisar las térmicas del departamento y vimos que habían saltado por el cortocircuito. Tratamos de bajarlas, pero luego de una solución fallida a la penumbra del lugar, decidimos revisar las térmicas del piso. Tampoco tuvimos respuesta alguna a nuestro problema. Fuimos a revisar las térmicas de todo el edificio, pero continuábamos escuchando ruidos muy fuertes cuando intentábamos reponer la luz en el departamento. Se nos cruzó por la mente que el problema iba a ser muy grave. A mi vecina se le ocurrió revisar el interruptor de la luz del baño, ya que eso podía ser el causante del cortocircuito. Cuando por fin regresó la electricidad en el departamento de mi amiga, sentimos un alivio muy grande y una tranquilidad de no haber sido electrocutados. Prometimos no volver a tocar el interruptor de la luz del baño.

Es muy fascinante pensar que las personas reaccionan de maneras diferentes a situaciones de estrés o pánico. Hay unos que se quedan paralizados, otros que reaccionan al momento para resolver la situación y otros se convierten en los protagonistas del mayor ataque de risa registrado en la historia. Siempre es bueno reponer los ánimos con un poco de humor. Luego de que no hubo lesionados por el accidente, el que se me haya reventado una bombilla nueva en mi noche de debut como electricista, se convirtió en un episodio muy cómico. El gato fue un actor importante de mi historia y fue a quien pude culpar por haber desatado mis nervios aquella tarde. Creo que no voy a volver intentar reparar algún daño eléctrico por mi cuenta durante algún tiempo. Mi corta fama de electricista, me llevó a pensar que esa ocupación no es apropiada para mí. Pero lo que si me di cuenta ese día, fue que mi mascota preferida definitivamente no son los gatos.

miércoles, 1 de abril de 2009

como PROTAGONICE un TrAmItE PuBliCo sin AUDICION previa


No he conocido a ninguna persona que le guste realizar trámites públicos. Muchas veces evitamos hacer una gestión de este tipo. En alguna ocasión pensamos en recurrir a los tramitadores, profesionales expertos en la materia. Pero cuando es cuestión de trámites públicos, tendemos siempre a buscar alguna excusa para postergarlos hacia otro día. Pero no siempre nos damos cuenta, que existe una forma eficiente de realizar el trámite de una mejor manera.

Necesitaba renovar mi residencia de extranjero y averigüé todo lo necesario para hacerlo. El otro día fui con una amiga colombiana muy querida a realizar el trámite muy temprano en la mañana. Nunca pensé que el realizar un trámite público tan necesario para mi, iba a convertirse en una total aventura.

Llegamos a las siete de la mañana, media hora antes de que empiece la atención al público. Tuvimos en mente el clásico dicho, al que madruga Dios le ayuda, pensando que por llegar temprano nos iban atender con mayor rapidez. Pero lo que vimos al llegar nos dejo totalmente angustiados.

Había una cola de gente con una extensión de cinco cuadras de ida y vuelta. En la cola de espera había personas de varias nacionalidades y edades, pero con un mismo propósito en mente. Levantarse temprano ese día y probar la misma suerte que nosotros. Desafortunadamente ninguno de nosotros estaba al tanto, que una radio paraguaya había difundido rumores falsos de que iban a interrumpirse las radicaciones para ciudadanos paraguayos. Nos dimos cuenta con mi querida amiga colombiana, que el autor de estos rumores falsos quería conseguir algún dinero fácil de por medio.

Sin embargo decidimos esperar un rato para ver que tan rápido avanzaba la cola y como iba se iba a desarrollar nuestro día. Me acerqué a la parte delantera de la cola para relevar noticias frescas sobre la situación próxima a la puerta de ingreso. Ahí fue donde fui testigo de algo que llamó mucho mi atención.

Había una señora que llevaba una camiseta rosada entallada a su exhuberante cuerpo. Recuerdo mucho ese color, ya que fue el que identificó a la protagonista de la eliminación racial. La señora empezó a recorrer la cola de espera desde el principio y sacaba de la cola a las personas asiáticas. Recuerdo que decía claramente…. Chinos Afuera!! El día de hoy no se va atender a chinos! El día de hoy no se entregará turnos de atención a personas asiáticas!... Pude ver la cara de enojo de ciertas personas y una cara de desesperación de los seres afectados, al no entender bien que sucedía.

La protagonista de la eliminación racial continúo recorriendo toda la cola de espera. Cuando se identificaron a todos los desafortunados de raza asiática, se empezó a indagar otras nacionalidades. Ciudadanos inocentes de Centro América, de países como Guatemala, México, Nicaragua fueron también expulsados abruptamente de la cola de espera, indicándoles que no se les iba a atender ese día. Creo que al darse cuenta que las personas de dichas nacionalidades hablaban el mismo idioma que la protagonista de esta inusual práctica, no se atrevió a tratarles con el mismo desprecio e indiferencia que a las personas ya discriminadas.

La cola empezó a avanzar y luego de tres horas pudimos ingresar finalmente a las oficinas de Migraciones. Al llegar al cubículo donde entregaban los turnos, pensé que mi suerte iba a cambiar, la camiseta rosada que se presentaba al frente mío me parecía conocida. La señora nos indicó tajantemente que no se iban a entregar más turnos para renovar residencias ese día y que no podíamos hacer nada al respecto.

Me costó entender porque nos habían hecho esperar más de tres horas afuera de las instalaciones, si no nos iban a atender. Fue más difícil para mí entender, porque nos dejaron ingresar a las instalaciones, si nos iban a dejar parados sin solución alguna. La protagonista de la eliminación racial nos dijo que la única solución que podía darnos era volver al día siguiente a probar suerte; o empezar a hacer la cola de espera desde ese momento para ganar un mejor puesto de ingreso.

Esta situación me pareció una injusticia muy grande y pensé que si me enfadaba con la señora de rosado no iba poder resolver mi necesidad. Así que decidí analizar cuál era la situación a tratar y cuál iba a ser mi plan de acción para resolverlo.

Afortunadamente yo había acudido a las oficinas de migraciones hace unos dos meses atrás para realizar el mismo trámite. Esa vez no fue posible renovar mi residencia, ya que algún desafortunado que tiene mi mismo nombre, era buscado por la policía. Tuve primero que resolver el homónimo que tenía ante la policía federal, para regresar a realizar mi trámite. Pero de esa vez que vine con anterioridad, entablé un buen trato con la persona que me atendió. Así que decidí pasar a saludarla.

Me acerqué con mi querida amiga colombiana al puesto donde atendía la persona que me acudió la vez pasada en la oficina de migraciones. Le saludé muy amablemente y le mencioné que tenía que realizarle una pequeña consulta. Ella respondió el saludo con la reciprocidad y me indicó que por favor espere, mientras terminaba de atender a la persona que estaba con ella. Creo que el ser siempre amable y educado con las personas de servicio al cliente, me trae buenos resultados para el futuro.

Cuando me pidió que me acerque, le conté cuál era mi gran necesidad para realizar el trámite y como se desarrolló toda mi aventura antes de pasar a saludarla. Ella me escuchó con empatía y decidió ayudarme a realizar mi trámite. Creo que la cara que puse en ese momento, demostraba el gran alivio que sentía.

Mientras realizamos mi trámite migratorio entable una conversación muy fluida con la señora que me atendió. Le conté porque había venido a la Argentina y que estaba tan contento que decidí quedarme. Ella fue muy amable conmigo y continuamos charlando agustamente a largo de todo el papeleo. Yo a su vez, tenía en mente, que atrás mió estaba mi querida amiga colombiana, y que mi propósito de ese día no estaba cumplido hasta que ella también realice su trámite.

Distinguí el momento preciso en la conversación con la señora de migraciones, para contarle algo muy importante que me había sucedido en la Argentina, era la oportunidad para así probar mi suerte. Le comenté que era sorprendente para mí el estar tan contento en su país, pero que de pura casualidad de la vida había conocido a una increíble chica colombiana. La señora de migraciones se maravilló con la historia y me contó que una gran amiga suya argentina vivía en Alemania y que había conocido a un chico uruguayo. Estaba tan sorprendida que esta casualidad de la vida me había sucedido a mí también. Ahí fue cuando me di cuenta que era el momento clave para resolver la situación de mi querida amiga colombiana.

Le mencioné a la señora de migraciones que mi novia colombiana era la chica que se encontraba parada detrás de mí. Me dijo que se dio cuenta que era mi novia, por lo pendiente que estaba de mí y la cara de preocupación que tenía porque se resuelva mi trámite. Le conté a la señora de migraciones que mi novia colombiana estaba en mi misma situación que yo y que habíamos venido desde muy temprano en la mañana. Pero que desafortunadamente ninguno de los dos, habíamos conseguido un turno de atención. Estábamos dispuestos a esperar el tiempo necesario, para que nos ayude a realizar el trámite de mi novia colombiana. La señora de migraciones accedió muy amablemente a ayudarnos y nos indicó que nos sentáramos a esperar en la primera fila.

Creo que nunca me voy a olvidar la cara de alivió y alegría que tenía ese momento mi novia colombiana. Ella se dio cuenta de que ese día fue el momento indicado para que empiece nuestro tan corto pero intenso noviazgo. Nos sentamos a esperar en la fila de enfrente, protagonizando al máximo el papel de novios necesitados por cumplir nuestro propósito.

Luego de haber realizado el trámite nos dirigimos a esperar que nos entreguen la tan esperada residencia. Escuchamos un ruido muy fuerte y nos acercamos a la ventana a curiosear un poco. Un empleado de migraciones nos indicó que era una protesta que pasaba por la calle. Nos dijo que era algo muy normal, debido al encontrarnos en un edificio público esto pasaba muy a menudo. Nos advirtió también que mantuviéramos la calma, ya que para apasionar un poco toda la aventura que protagonizamos ese día, la protesta se dirigía hacía ahí.

Empezamos a escuchar que el ruido de bombos y platillos cada vez se hacía más fuerte y notable. Vimos que un grupo de personas entraron al edificio y reclamaban con gran imponencia por mejores derechos para los trabajadores de migraciones. Lanzaban papelitos volantes con mensajes de reclamo. Mi novia colombiana y yo estábamos muy sorprendidos y pensamos que lo único que nos faltaba para cerrar el día, era ser espectadores de una protesta gremial en la primera fila de platea baja.

Luego de hacer un poco de ruido y convocar a la reflexión de los compañeros de migraciones, la protesta se convirtió en una asamblea extraordinaria. Las personas que atendían en la oficina de migraciones dejaron de cumplir sus funciones diarias y se congregaron junto a la delegada sindical, para ser partícipes de la asamblea por sus derechos como trabajadores. Yo miraba a mi novia colombiana y no sabíamos realmente que iba a suceder en ese momento. Luego de que la asamblea llegó a su fin, con toda la naturalidad del mundo, volvieron los empleados de migraciones a continuar con sus responsabilidades.

Cuando finalmente se desvanecieron los bombos y platillos, mi novia colombiana y yo teníamos la gran incertidumbre de si realmente íbamos a lograr terminar el trámite. Pensábamos que luego de una gran manifestación de reclamo, como la que vivimos ese día, nos iban a decir que teníamos que volver al día siguiente para finalizar la gestion.

El momento en que nos entregaron el documento en la mano, no lo podíamos creer, estábamos tan contentos porque habíamos conseguido nuestro propósito de tan larga lucha. Pero a su vez le miré fijamente a los ojos, porque también sabíamos, que nuestra corta, pero intensa relación amorosa iba a llegar a su final. Creo que nunca vamos a olvidar todo lo que vivimos ese día y la gran aventura que recordaremos, cuando escuchemos que alguien tiene que realizar un trámite en la oficina de migraciones.