miércoles, 18 de marzo de 2009

cOmO convertirse en EMBAJADOR de BUENA VOLUNTAD

Mi primer viaje en avión lo realicé a los 18 años. Tuve muchos sentimientos que iban y venían al mismo tiempo. Tristeza, porque me alejaba de mi familia y amigos. Emoción porque iba a buscar nuevas experiencias a un país diferente al mío. Miedo, porque era la primera vez que salía de mi país por mi cuenta en busca de lo desconocido. Alegría, porque iba a cumplir uno de mis sueños. Convertirme en un estudiante de intercambio cultural fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

Cuando uno sale del país y vuelve luego de un tiempo, te das cuenta que vuelves al mismo lugar, pero ya no eres la misma persona. El salir a vivir fuera me abrió los ojos como nunca me hubiera imaginado. El vivir mucho tiempo en un mismo lugar te hace pertenecer a una burbuja, donde la vida se mueva por la rutina, donde ves la misma gente en lugares nuevos o de moda. Todo esto te lleva a buscar algo más, a anhelar experiencias diferentes y nuevos desafíos.

Al volver de una experiencia como esta, ves las cosas y la gente con otros ojos. En mi tiempo de vida en el extranjero, tuve la oportunidad de pensar mucho, reflexionar sobre mi mismo, plantearme nuevas metas y embarcarme en las experiencias de vida más fascinantes. Es normal sentir un poco de miedo a algo nuevo, a no querer desconectarte de lo que estas acostumbrado, pero cuando lo logras, sientes algo que no te habías dado cuenta antes, te sientes libre de poder conocer más de ti mismo.

Cuando llegué a los Estados Unidos, creo que fue la vez, donde me sentí más orgulloso de ser ecuatoriano. Tuve presente siempre quien soy, de donde vengo y que es lo mejor de mí y mi país para compartir con todas las personas que conocía en mi viaje. El ser estudiante de intercambio internacional te lleva a convertirte en embajador de buena voluntad, porque sientes una emoción por contar de tu gente, de tus costumbres y de todo lo maravilloso que puede ofrecer tu país. Creo que aquí pude empezar a comprender realmente lo que es el patriotismo.

Gracias al intercambio cultural del Club Rotario, pude conocer gente de varias partes del mundo. El intercambiar experiencias de vida con amigos de países tales como México, Costa Rica, Colombia, Perú, me llevó a reflexionar más allá sobre como veía las cosas y como iba a ver de ahora en adelante con una visión más enriquecida. Creo que una persona aprende mucho viajando, conoce más los lugares y costumbres en carne propia o por experiencias de emociones y tacto.

En el programa de intercambio, uno debe estar muy abierto al cambio y debe tener un alto grado de flexibilidad para adaptarse a un nuevo mundo. A mi me emocionó mucho, un día que tuve mi primer sueño en inglés. Estaba incrédulo al pensar que podía soñar en un idioma diferente al mío. Pienso que un sueño es una experiencia personal de cada uno, donde uno se da cuenta de muchas cosas que están dando vueltas en el subconsciente, pero se están viviendo en ese momento.

Cuando estas a su vez abierto a tantos cambios, nuevos desafíos y retos por venir, debes estar conciente de que estas dispuesto a tener buenas o malas experiencias. En mi caso particular, tuve la oportunidad de alojarme con 3 familias diferentes. Mi estadía con mi segunda familia de intercambio, no resultó la experiencia más agradable, pero fue donde tuve la oportunidad de aprender mucho de mi mismo y conocer de que era yo realmente capaz. Uno piensa a veces que la vida es injusta, que porque justo a ti te pasan estas cosas, pero es importante tener siempre optimismo y buscar una oportunidad de aprendizaje y lección de vida. El tener que adaptarme a una familia con costumbres e ideales tan opuestos a los míos, me causó una gran frustración, pero me llevó a reflexionar el porque me convertí en estudiante de intercambio y cuál era la experiencia que venía buscar en otro país.

La tercera familia que me alojó en mi intercambio cultural, dio una vuelta totalmente inesperada a lo que fue mi año lejos de mi país. Me sentí muy a gusto en esta tercera experiencia y fue cuando realmente me sentí en mi propia casa. Entablé una relación de amistad muy fuerte con la señora de mi familia de intercambio. Se convirtió en la persona en quien yo podía confiar y en la cuál encontraba un soporte excepcional para salir adelante en todo lo que se me presentaba. Sentí a su vez un impulso interno por colaborar en todo lo que pudiera. Aprendí a dar más de mi mismo y adelantarme en ayudar con algo de la casa antes de que se necesitace. Me sentía realmente como un miembro más de esa casa y las experiencias que compartía marcaban mi presencia en ese lugar.

Hoy en día pienso que hay más facilidades para realizar un viaje y una experiencia de vida como esta. Hace 10 años atrás, no estaba tan desarrollado el Internet y los medios de comunicación. En una experiencia de intercambio cultural como la mía, es muy importante estar en contacto con tu país y tu gente. A mi me ayudó mucho el llevar un diario personal, donde escribía cada día mis sentimientos, lo que me paso ese día y que recuerdo iba a quedar marcado en mí, al pasar el tiempo. Creo que nunca llegué a sentirme solo, tenia el apoyo de mis padres y mis amigos en mi país y llegué a tener el apoyo de mi familia de intercambio que me dio siempre más de lo que yo esperaba.

Es humano tener miedo a ciertas cosas y es muy importante aprender a controlarlo. Pero creo que el mayor miedo que uno debe vencer, es quedarse con las ganas de cumplir varios desafíos personales en un país distinto. Cuando vuelves a tu país te acuerdas de todo lo que viviste, quieres contar a todos los que puedas, todas las diferentes emociones que se cruzaron por tu vida en esos momentos y quieres volver para vivirlo de nuevo. El haberme convertido en estudiante de intercambio cultural, fue uno de mis sueños que me llevo a ver y vivir las cosas de una manera diferente, de sentir las emociones y desafíos por la pura adrenalina de enfrentarlos.

1 comentario:

  1. Pienso exactamente igual que tu... he viajado mucho y es viviendo fuera de tu país donde a veces nos damos cuenta más quiénes somos, y es chévere darse cuenta que gente que no sabe nada de tí, de dónde vienes, ni qué haces, te recibe por el simple hecho de que le caíste simpático.

    A todo el mundo le aconsejo viajar y volverse embajador de sus países.

    Caro

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