martes, 28 de julio de 2009

coMO Me ZAnbuLLi a SaLVaR un LiBRo...

Cuando estoy leyendo siento que me conecto realmente con la lectura. Siempre me ha gustado leer desde que soy chiquito. Mi mamá me compraba muchos libros y cuentos. Me divierte mucho leer, me permite ponerme en los pies del personaje de la historia y hacer volar mi imaginación. Valoro mucho todo lo que puedo aprender de la lectura. Tu mente puede ir más allá de lo que miras en la tele y puedes plantear tu propio punto de vista. Tanto mis padres como en la escuela, me incentivaron siempre el hábito de leer constantemente y es algo que mantengo hasta ahora. Generalmente tengo un libro bajo el brazo y estoy pendiente de estar al día con las últimas publicaciones. Cuando lees te puedes dar cuenta de muchas cosas, tienes demasiada información valiosa al alcance de tus ojos. La gente debería hacer conciencia del gran poder que tiene un libro, puedes aprender mucho por tu cuenta y llegas a ser capaz de descubrir muchas cosas fascinantes.

Hace un par de años estuve viajando por México. Me llamó mucho la atención un programa que tenía el gobierno para promover la lectura. Te ofrecían una amplia variedad de libros para todos los gustos, en las diferentes paradas del metro. Podías agarrar cualquier libro que quisieras, leerlo mientras disfrutabas de tu viaje y devolverlo a la salida del tren. Es importante que se incentive la lectura entre los jóvenes para que aprovechen todo el potencial que pueden explotar. En Buenos Aires promueven también la lectura en el subte y los trenes. Entregan periódicos gratuitos para que la gente lea y esté al tanto de las últimas noticias. Me encantaría ver que todas las personas que viajan en el subte vayan leyendo y no regando chismes y cacareando como gallinas parlanchinas. Es interesante cuando la gente se pone a conversar sobre un argumento concreto y después de haberse enterado al menos un poco de los hechos.

Para mí un libro es algo muy valioso. Nunca he comprado un libro trucho. Pienso que la piratería de libros es un atentado gravísimo contra la intelectualidad del hombre. Un CD o una película pirata es una cosa difícil de combatir, pero un libro pirateado ya es el colmo. Un libro ofrece un contenido invaluable. El autor te transmite su conocimiento, ideas, emociones u inspiraciones. Es también es el medio preciso para la interpretación. Uno está en capacidad de cuestionar el punto de vista del autor. Te permite conocer más del tema tratado y estar en capacidad de emitir un juicio oportuno de valor. La gente no lee solo por las puras (solo para usar los ojos). Pienso que uno lee por buscar algo que te hace falta y que te va a permitir aprender algo más.

El otro día estaba caminando con mi vecinita por Recoleta. Mi vecinita se está mudando a Recoleta y está muy entusiasmada por empaparse de la alcurnia de este lugar. Es uno de los barrios más prestigiados de la ciudad de Buenos Aires. Cuando caminas por las calles ves a mucha gente “Top”. Es un espacio muy tradicional de la ciudad que te permite conocer con mayor profundidad una característica del estilo de vida porteño. Estábamos saliendo de hacer compras cuando vimos un montón de gente amontonada en una esquina. -Oye chamo, acércate a mirar que está pasando por ahí- me sugirió mi vecinita. Cuando me aproximé vi que la gente estaba husmeando las bolsas de basura. Nunca me imaginé lo que mis ojos llegaron a ver en ese lugar.

La gente está sacando libros de las bolsas de basura. Se están volviendo locos por hurgar los desechos. Cuando le dije esto a mi vecinita, ella me preguntó que es lo que iba yo a hacer. Pero no tuvo tiempo de escuchar mi respuesta, ya que le alcancé las bolsas del supermercado y me lancé a la cacería. No podía creer que alguien había sido capaz de tirar libros a la basura. Los libros son sagrados, no puedes ser tan ignorante de botar libros como si fueran cualquier porquería. No puedes ser tan bestia de echar a perder tanto conocimiento y todo lo fascinante que puede ofrecerte un libro. Pero afortunadamente no estaba solo, ya había otra gente zambullida entre la basura, buscando un ejemplar de su elección.

Entre mí estaba cagado de risa mientras desenterrábamos el preciado tesoro. Lo que más me llamó la atención fue que mis compañeros hurgadores de basura, eran muchas de las personas más “Top” que había visto en la Recoleta. Había señoras con abrigos “fashionsisimos”, distinguidos señores con trajes y sombreros de vestir, parejas de novios buscando su tan preciada colección y varios jóvenes como yo, buscando un buen libro que nos llamase la atención. Cada vez que habríamos una nueva bolsa de basura, no nos importaba mucho lo que podía haber ahí. Simplemente la despedazábamos con ansiedad y con la esperanza de encontrar nuestra añorada riqueza. Pero lo que era muy cómico, fue que la gente que pasaba no nos veía como locos, sino que se daba cuenta de la aventura y se unía al equipo. Fue increíble ver a tanta gente junta escarbando la basura en busca de libros, alguna que nunca me imaginé vivir.

Había muchas bolsas de basura en la calle. El inconsciente que botó los libros quiso deshacerse de una biblioteca entera. Pero desdichadamente sus planes se vieron truncados, al caer en manos de un grupo de gente culta y aventurera. Logré conseguir dos libros buenísimos del basural. Por mala suerte me enteré tarde del festín y las hienas intelectuales pudieron conseguir los mejores ejemplares. Fue muy loco todo lo vivido aquella tarde. Cuando lea mis dos nuevas colecciones me voy a acordar de la forma peculiar e insólita que viví para conseguirlos. Hubiera sido lo mejor que pase un periodista y nos filme buscando libros entre la basura. Espero que el individuo insensato que botó los libros se de cuenta de la locura que cometió. Ahora me pongo a pensar, ¿a quien se le ocurre tirar libros a la basura? Cualquiera los regala o los dona a alguna biblioteca. De seguro hay mucha gente interesada en quedarse con algún ejemplar. Pero sobretodo pienso, ¿ a quien se le ocurre zambullirse de cabeza a buscar libros entre la basura? Es algo que me encantaría volver a ver por la calle y seguramente sin pensarlo dos veces me volvería a lanzar.

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