martes, 7 de julio de 2009

Como presencié la CorONAciON de un CAMPEON!!

Mi vida ha estado muy cercana al mundo de los deportes. He practicado siempre algún deporte específico y he tratado de aprender la mayor cantidad posible. Me encanta practicarlos y se que es una actividad muy sana para mi cuerpo y mi mente. Me desconecto totalmente de mis actividades diarias y me enfoco en disfrutar lo que estoy haciendo. Me ha gustado siempre mirar espectáculos deportivos. He tratado de aprovechar las diferentes oportunidades que se han presentado, para estar presente en momentos trascendentes e importantes del mundo de los deportistas. Me encantaría asistir a un mundial de fútbol. Pero hasta que llegue el día en que pueda ir, me propuse asistir a todos los buenos partidos posibles. La final del fútbol Argentino era definitivamente un espectáculo que no podía dejar pasar.

El fútbol ha sido un deporte que me ha llamado la atención. Te permite detectar diversos tipos de actitudes y personalidades. La gente suele mostrar su verdadero ser dentro de la cancha. Cuando alguien no pasa mucho la pelota en un partido, tiende a acaparar la toma de decisiones fuera de la cancha. Cuando participas en una estrategia de grupo para anotar un gol, puedes observar aptitudes de trabajo en equipo. Estos tipos de comportamientos son muy interesantes, muchas veces te hace pensar que la persona no desconecta su cabeza para jugar al fútbol. Viven con el fútbol como con cualquier otra actividad de su vida diaria.


He seguido muy de cerca el campeonato argentino de fútbol. Aquí el fútbol se vive con mucha pasión. Es realmente un espectáculo que conmociona a todo el país. El concepto que tengo de los domingos en Argentina, es un día de asado y mirar o asistir a un partido de fútbol. No se diga cuando hay partidos importantes, es aquí cuando el país realmente se paraliza y la gente se mete de cabeza en la magia del encuentro. Se aproximaba la final del fútbol argentino. Yo estaba muy emocionado porque un gran amigo mío me había invitado a asistir. No podía creer que iba a presenciar la final del fútbol argentino en la cancha del equipo local. Ese día iba a hinchar con toda mi alma al "Fortín".

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Hoy en día la gente está muy paranoica con todo esto de la gripe A, "porcina", "A1H1", "del chancho", "negocio comercial de los gringos" o como quieran llamarle. En Buenos Aires se han tomado muchas medidas preventivas de salud. Demasiado tarde, a mi humilde parecer. En fin, la gente vive preocupada y panickeda de que pueden contagiarse del de alado. Tratan al máximo de evitar los lugares conglomerados de gente. Sigo insistiendo que hay que tener todas las precauciones necesarias y anticiparse a la enfermedad, ¿pero que certeza tenemos realmente de que todo lo que dicen los medios sea cierto? La verdad creo que ninguna, los medios han sido los causantes de difundir el pánico entre la gente. No veo un minuto del día donde no se hable de la gripe porcina. Me cae mal la gripe A, quisiera que no exista, que deje de asustar a la gente y manipular sus cabezas. Pero luego de hacer todos los análisis posibles, se decidió que a pesar de la gripe A, la final del torneo de fútbol argentino, se iba a jugar en la fecha prevista y con el público presente. Que tan serio es lo de la gripe A? Que tan importante es la final del fútbol para los argentinos? Creo que nadie puede responder estas interrogantes, pero lo que es cierto, es que cuando uno siente pasión por el fútbol, no hay rumor o pánico incierto difundido que detenga a la gente.


El día del partido del fútbol me preparé a salir con mucha anticipación. Quería llegar con tiempo y acomodarme en el estadio tomando todas las medidas de precaución posibles. Es increíble como la gente hace negocio con la salud de las personas. Vi que afuera del estadio astutos vendedores, estaban ofreciendo barbijos con el logotipo impreso de los equipos que disputaban la batalla futbolística. Que gente tan descarada, haciendo negocio con la salud ajena. Ingresé al estadio rápidamente y me quede con ganas de preguntar a los vendedores como les afecta a su conciencia un negocio tan sucio. Me acomodé en mi sitio e inmediatamente procedí a desinfectarme las manos con alcohol en gel. Fue asombroso ver que casi 49.540 personas se limpiaban las manos al mismo tiempo.

Las barras bravas empezaron a gritar. Alentaban con toda fuerza a su equipo preferido. Yo estaba en la platea de Vélez Sarfield, así que con los otros “Fortineros” empezamos a saltar al ritmo de las hinchadas de “La Pandilla”, la barra brava de Vélez. Es un cague de risa todas las jergas deportivas que puedes aprender en una tarde de fútbol. Si te metes entre la barra brava del equipo local, es mejor que parezcas un conocido mas del montón y no un extranjero fascinado con la pasión del fútbol. La gente se empezó a emocionar cada vez más y los equipos empezaban a saltar a la cancha. Unos humos de colores y varios destellos de papelitos nos indicaban que el partido estaba por comenzar. Es fascinante ver como explota un estadio cuando salen los gladiadores a la cancha. Todos los hinchas se vuelven locos por alentar con toda su alma a su selección. Yo saltaba, gritaba, puteaba, me emocionaba y disfrutaba al máximo cada momento antes de que empiece a rodar el balón.

El partido estuvo a lo bestia y lleno de varios entretiempos. Empezó a llover fuertísimo, cayó granizo y luego el granizo se convirtió en piedras agresivas de 3 cms de espesor. El partido fue suspendido por unos minutos y luego se reanudó la acción. El “Fortín” se jaló un penal, me da iras cuando un jugador patea un penal con desgano. Piensas que si patea tan suave, el arquero de ley lo va a tapar. Pero bueno, no soy director técnico para juzgar a los muchachos. Hicieron un muy buen papel en la cancha. Se anularon varios goles, algunos discutibles y otros con justa razón. Se cobraron muchas faltas inventadas, no se cobraron muchas faltas demasiado obvias. Había mucha agresividad en la cancha de fútbol. Se notaba que era un partido demasiado importante, donde había que ponerle mucha garra. En un momento me acordé de un querido amigo mío que piensa que juega rugby mientras jugamos al fútbol, pero esta es una buena historia para otra ocasión. Yo viví al máximo cada momento del partido. Cada emoción, cada disgusto, cada alegría, lo único que quería era que nunca se fuera a acabar.

Cuando estas totalmente enchufado mental y emocionalmente a un partido de fútbol, puedes observar varios comportamientos peculiares entre los espectadores. –Permiso, permiso… me deja pasar o sino lo meo- escuché a un hincha exclamar. -Están locos estos manes- pensaba entre mi. Mientras alentábamos al equipo predilecto, se desplomó un viejito que estaba adelante mío. Lo alcanzamos agarrar con las justas para que no se golpee contra el suelo. –Si querés hacer gol de cabeza viejo, avisá y te metemos a la cancha- escuché un vozarrón desde atrás. No podía creer que la gente se vuelva tan bestia cuando está emocionada por el juego. Entre mi pensaba, esto no es normal, esto solo lo he visto en Argentina. La gente entrega totalmente su vida al partido durante el momento del juego y no se da cuenta lo que pasa en su alrededor. Creo que cuando regresé a mirar al señor reclamón, entendió claramente como me disgustó que se haya burlado del viejito.


El partido estuvo lleno de emoción desde el principio a su fin. Cuando Vélez anotó el gol que le otorgó el campeonato, la euforia en el ambiente llego su punto máximo. Los hinchas empezaron a trepar desesperados a la malla de acero para saltar a la cancha a celebrar. Nubes de colores, juegos pirotécnicos e hinchadas sin parar invadieron el lugar. Había un grupo de policías que ingresó a la cancha para resguardar el campo de juego y el poco tiempo que faltaba por jugar. Lanzaban chorros de agua a presión salvajemente hacia los spiderman de la teleraña de acero. -¿Quienes son en realidad más bestias?- me pregunté. ¿Los aficionados que tratan de subir la malla e invadir la cancha? ¿O los policías que tratan de bajar a los aficionados de la malla a punte chorrazos de agua a presión? Claramente ninguno de los dos mide las consecuencias de sus actos. Pero tanto el uno como el otro lucha todo lo que puede por destacar y llamar la atención en el campo de juego.

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Fue una celebración increíble. La gente gritaba eufórica de emoción. El ver a tu equipo favorito coronarse campeón es una emoción que vives al máximo con toda la pasión de tu corazón. Me llegó mucho el ver a un padre e hijo celebrar el triunfo de su selección preferida. El hijo lo abrazaba y saltaba sin parar, el padre no lo soltaba porque estaba feliz de que compartan juntos este momento de gloria. A veces las alegrías del fútbol traspasan las barreras deportivas y generan verdaderos momentos de colección en el fondo del corazón. Nunca pude ver en vivo y en directo cuando Mi Liga de Quito ganó un triunfo importante. Me perdí muchos campeonatos nacionales e incluso la Copa Libertadores. En los momentos cruciales que yo tenía que estar ahí, me encontraba ya viviendo en el exterior. Pero disfruté mucho presenciar la coronación del fútbol argentino entre los hinchas. Me recibieron con los brazos abiertos, me dieron un abrazo sincero cuando festejaron un gol y me hicieron sentir uno más de casa. -Bienvenido "Fortinero", vení a celebrar- fueron las palabras de mi amigo que jamás me voy a olvidar.

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