martes, 29 de septiembre de 2009

cOmO mE iNviTaRoN a lA mARaTHoN gAsTREca!!

Creo que no todo el mundo alguna vez se ha tirado un pedo. La verdad no creo que nadie lo confiese abiertamente, pero no tengo duda de que todos han vivido por esa grata experiencia. Yo si me he tirado pedos. No tiene nada de malo. Es algo completamente normal del cuerpo humano. Dicen por ahí que es peligroso aguantarse los pedos, porque se te puede explotar el intestino. En fin, tirarse un pedo no es tanto drama. Lo que es importante es saber cuando te tiras un pedo. Es una actividad que preferiblemente debes realizar en tu momento íntimo. No vaya a ser que la persona que este alado tuyo se asfixie o se pegue un buen susto.

El otro día salí a caminar con mi novia. Teníamos ganas de comprarnos unas ricas facturas. Son unos postres, tipo pastas dulces, que se comen a la hora del desayuno o la merienda con café o mate. Pero para los argentinos prácticamente se pueden comer en cualquier momento del día. Era una tarde que hacía mucho frío, así que pensamos que nada mejor que comer unas facturas con un rico matecito. Las panaderías en Buenos Aires siempre están a full. Hay gente de todas las edades, que viene a darse un gustito. No se si a los argentinos realmente les encanta el mate o les gusta mucho comer facturas y acompañan siempre con el mate. Cuando estábamos esperando para que nos atiendan habían unas señoras que se estaban comprando toda la panadería. No se si iban a organizar un te de viejas o realmente tenia una hambre voraz.

Cuando por fin nos atendieron escogimos algunas ricas facturas. Las señoras dietéticas estaban en la cola para pagar delante de nosotros. –Mira como ya está picando la vieja antes de ni llegar a la caja- le suspiré a mi novia. Me parecía chistoso que las señoras estaban fascinadas con su postrecito de la tarde. Cuando por fin salimos, empezamos a caminar en la misma dirección. No se porque nos tocó escoltar a las damas en todo el proceso alimenticio. Lo único que veía era que no le paraban al diente y seguían comiendo en el camino. Mi novia se cagaba de risa. Me decía que yo estaba loco. Que probablemente las señoras no habrían tenido tiempo de almorzar y que habían salido a comprar unas facturas para matar el hambre de la tarde. Yo estaba convencido que no era simplemente un antojito. Estaba en plena charla filosófica sobre la vida gástrica de las señoras cuando un fuerte olor nauseabundo empezó a nublar mis ideas. El aroma era tan asqueroso que me tuve que tapar apresuradamente mi nariz. No podía creer que las simpáticas tragaldabas se hayan convertido en dos autenticas zorrillas.

Me estaba desesperando por el olor e intenté cruzar al otro lado de la vereda. Pero justo vino un auto e impidió mi camino. No sabía si parar o darme la vuelta. Quería ir a mi casa pero no quería llegar mareado en el intento. El descaro era tal que después de tal marathon de pedos, las viejas seguía probando una facturita. Entre mi pensaba, que potencia que tenían estas señoras, una cuadra entera dando concierto de pedos. Mi novia no podía más de la risa. Creo que mi cara de asco y repulsión por la situación era muy evidente. Mucha gente no se da cuenta que cuando te tiras un pedo, hay una pequeña estela que deja el pequeño escape. Este pequeño vientecito es el más apestoso y generalmente es la razón por la que te descubren tirándote un pedo. Creo que todo el mundo es consciente de los diferentes poderes de un gasesito. Definitivamente voy a fijarme quien sale antes de mí, cuando vaya a comprar facturas. No vaya a ser que las señoras más distinguidas del barrio, sea capaces de dirigir ellas mismas una orquesta entera de olorcitos.

1 comentario:

  1. De verdad que el par de doñas estaban bien podriditas!!!!

    ResponderEliminar